La denuncia de la Asociación por los Derechos Humanos está motivada por las manifestaciones vertidas durante la emisión del programa “TODO ES MENTIRA” del pasado 16 de noviembre.
- Anabel Alonso: “Los vacunados tenemos que tener (sic) unas prerrogativas“.
- Risto Mejide: “Si el pasaporte Covid se extiende a toda España lo que hay que hacer entonces es ir al teatro, cenar en restaurantes, todo aquello que a los no vacunados no se les permite hacer, que vean la ventaja de vacunarse, que la vean en los demás”.
- Anabel Alonso: “Claro, para darles envidia y decir: Hacemos vida normal y mira qué bien y vosotros no podéis“.
- Risto Mejide: “¡Exacto!“.
(…)
- Risto Mejide: “A esos cuatro millones y medio mientras duermen, como hacían con M.A en el Equipo A”.
- Colaborador: “Yo propongo como pedagogía la que usaba mi madre cuando me quería explicar algo: ¡dos hostias!“.
- Risto Mejide: “Igual, si empezamos a poner una pegatina a los que tal y los veamos por la calle: ¡Tú!… ¿¡Qué pasa!?“.
- Colaborador: “Abandonar un antivacunas en el monte…“
- Risto Mejide: “¡También!”.
(…)
- Anabel Alonso: “Es lo que decíamos antes, que tenga unas consecuencias no vacunarse, quiero decir, que no tengan libertad de movimiento o no se les permita hacer ciertas cosas“.
Las anteriores son solo algunas de las expresiones y mensajes lanzados a la opinión pública que, por lo lamentables y desafortunadas, nos vamos a ahorrar más calificativos, pues se califican por sí mismas.
Las razones que nos impulsan desde la Asociación y su Equipo Jurídico a interponer esta denuncia por incitación al odio son sobradas ante la gravedad de los hechos, pero nos gustaría hacer unas puntualizaciones a algunas de las citadas en esta nota de prensa:
- Señora Alonso, los vacunados no han de tener como premio a su condición como tales ninguna prerrogativa, pues no hay ley ni artículo alguno en las legislaciones nacional, europea e internacional que así lo reconozca. Los Derechos Humanos no los adquirimos por someternos o no a tratamientos terapéuticos, sino que los tenemos por el mero hecho de haber nacido, de estar vivos. Le remitiríamos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero tememos que no nos va a hacer caso por los prejuicios que alberga en su interior hacia determinadas personas por razón de su condición.
- Señor Mejide, a “M.A.” – papel encarnado por el actor Laurence Tureaud en la serie de los ochenta “El Equipo A” – no se le pinchaba a traición mientras dormía, sino que, precisamente se le suministraba por la fuerza un somnífero intramuscular con la intención, honesta, de sus compañeros por subirlo a un helicóptero o avioneta, ya que “M.A.” no tenía ningún reparo en ayudar a su equipo, sino un trauma con los aparatos de vuelo dado su vértigo. Con sus palabras, a quien nos recuerda no es al popular personaje de la serie televisiva, sino a Rodrigo Duterte, actual presidente de Filipinas, cuyo gobierno ha recibido numerosas críticas por vulneración de los Derechos Humanos de personalidades y organizaciones internacionales, empezando por la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que en discurso oficial televisado hace escasas semanas manifestó expresiones de su mismo parecer: “Vacunémoslos mientras duermen”, “Vacúnense o los mandaré a la cárcel”, “Si no quieren, vayamos a sus casas, vacunémoslos por la noche”, etcétera.
- Por lo que se refiere al colaborador cuya pedagogía consiste en los malos tratos y respecto al “chiste” de la pegatina identificativa… no hay más preguntas, Señorías.
Nos llama la atención este afán inquisitorial de ahora en el publicista y en sus cómplices colaboradores de plató, cuando a inicios de la declaración de la crisis sanitaria y la consecuente pérdida de derechos fundamentales que trajeron los inconstitucionales estados de alarma, pidió al público asistente a uno de sus programas que se abrazara porque, literalmente, ya estaba harto del tema del coronavirus.
Finalmente, además de a la cómica y al publicista, la denuncia también va expresamente dirigida a la entidad MEDIASET ESPAÑA COMUNICACIÓN S.A. en la persona de su representante legal, y a las personas que participaron en el programa de cuyas palabras se infieran expresiones vejatorias y de desprecio absoluto por todas y cada una de las personas a las que van referidas, no pudiéndose entender el amparo en la libertad de expresión por la gravedad de las mismas.
Confiando en que no tenga que llegar el día en que se allanen los domicilios con nocturnidad y alevosía, esperamos la admisión a trámite de esta y del resto de denuncias que estamos presentando ante la dinámica de odio desatada en los medios de comunicación, en determinadas autoridades políticas y, lo que es aún más triste, en el entorno social, laboral y familiar, y rogamos a la intervención de la Justicia para que ataje de inmediato esta peligrosísima deriva de acusaciones indiscriminadas y levantamiento de sospechas entre la sociedad española.